Cuando hablamos del ambiente laboral moderno, hay un lema no escrito que parece flotar en los pasillos de las oficinas: “para ascender, primero debes ser visto”. Esto se traduce en una práctica bastante común: aquellos que socializan con sus jefes o compañeros, especialmente en esos famosos “viernes de chelas”, tienden a destacarse, a veces incluso más que los verdaderos talentos de la empresa. Pero, ¿cuál es el costo real de esta dinámica para la cultura corporativa?
¿Visibilidad sobre mérito?
Es verdad que ser visible puede abrir puertas. Participar en reuniones importantes y eventos sociales de la empresa parece esencial para tejer una red de contactos influyente. Según diversos estudios, como uno de Harvard Business Review, aquellos con una red extensa suelen ascender más rápido. Pero, hagamos una pausa y preguntemos: ¿esto es justo? ¿Es esto lo que realmente queremos en nuestras empresas?
Cuando la visibilidad se convierte en el ticket de oro para el avance profesional, corremos el riesgo de minar la importancia de las habilidades y el desempeño real. Esto no solo puede resultar injusto para quienes no pueden o eligen no participar en estas actividades por razones personales, sino que también puede propiciar un liderazgo donde las conexiones pesan más que la competencia.
Imaginemos a un empleado dedicado que no asiste a estos encuentros por cuidar a un familiar enfermo o simplemente porque valoran su tiempo personal. ¿Debe su carrera estancarse por ello?
Los “viernes de chelas” y la meritocracia
Este enfoque hacia la visibilidad puede erosionar la meritocracia en la empresa. Si los ascensos se basan más en quién conoce al jefe fuera del trabajo que en quién contribuye más, se crea una atmósfera de favoritismo. Esto no solo es una receta para la desmotivación entre el personal, sino que también puede llevar a un liderazgo menos capacitado, lo que eventualmente podría afectar la competitividad y la innovación de la empresa.
Como líderes y profesionales, el desafío es fomentar una cultura donde se valoricen tanto el mérito como la interacción social. Esto implica crear espacios inclusivos y accesibles para todos, donde las oportunidades de socialización no se conviertan en un requisito no oficial para el éxito.
Reflexión
Los “viernes de chelas” pueden ser un buen momento para descomprimir y fortalecer vínculos, pero no deben convertirse en la vara con la que se mide el potencial de los empleados. ¿No sería más saludable para nuestra cultura laboral evaluar a las personas por lo que realmente aportan en sus horas de trabajo?
Ahora, te invito a reflexionar: ¿Cómo equilibramos la visibilidad y el mérito en nuestras propias oficinas? ¿Estamos premiando inadvertidamente más a quienes simplemente ‘se muestran’ que a quienes realmente ‘producen’? Cuéntame qué opinas.